Seguí el link vitácora del encuentro en Blog patagoniaotra.
http://www.patagoniaotra-2009vitacora.blogspot.com/
¨ Construir es colaborar con la tierra, imprimir una marca humana que la modificará para siempre.¨
Marguerite Youcenar, Memorias de Adriano.
Marguerite Youcenar, Memorias de Adriano.
Convenio de Cooperacion.
Con el fin de profundizar el estudio sobre el paisaje en Patagonia, para el encuentro 2009 patagoniaotra ha incentivado la realización de un convenio de cooperación entre la Municipalidad de Dolavon y la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Palermo de Buenos Aires.
Así los participantes tendrán la oportunidad de profundizar los trabajos realizados en el Taller Meseta, en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Palermo, como resultado de este trabajo la Municipalidad recibirá una devolución que le permitira ampliar las miradas y posibilidades, contando así con más herramientas para la toma de decisiones presentes y futuras.
Así los participantes tendrán la oportunidad de profundizar los trabajos realizados en el Taller Meseta, en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Palermo, como resultado de este trabajo la Municipalidad recibirá una devolución que le permitira ampliar las miradas y posibilidades, contando así con más herramientas para la toma de decisiones presentes y futuras.
Temática: Paisaje sustentable
La temática a abordar en Dolavon 2009 tendrá como eje el análisis, proposición de ideas y miradas tendientes a estudiar y proponer, el desarrollo de una urbanización, considerando la producción de un paisaje sustentable.
Dolavon.
Dolavon se encuentra en el limite exacto donde se establece la tensión entre un paisaje antropizado (el Valle) y la meseta, un espacio que no ha sido sustancialmente intervenido y dada su esencia es difícil de incorporar. La meseta se mantiene como un espacio ajeno, extraño a un interior domesticado conformado por el valle.
En esta oportunidad trabajaremos en esta relación, poniendo el interés en la construcción de paisajes sustentables que puedan incorporar posibles dinámicas de desarrollo, sin que ello implique la eliminación de las características que dan sentido al espacio que las contiene.
En esta oportunidad trabajaremos en esta relación, poniendo el interés en la construcción de paisajes sustentables que puedan incorporar posibles dinámicas de desarrollo, sin que ello implique la eliminación de las características que dan sentido al espacio que las contiene.
El paisaje como método de proyecto.
En el desarrollo de las ciudades o de su recualificación urbana existe un valor “ambiental” que es fundamental, y entre otras categorías que conforman este valor el paisaje cobra especialmente en los últimos tiempos una importancia cada vez mayor.
El paisaje tiene raíces históricas y culturales que lo convierten en uno de los campos mas estudiados y discutidos en el panorama internacional actual.
Su componente estético esta ligado de raíz a su naturaleza cultural, y lo convierte en un método de análisis versátil en el campo de la transformación antrópicas en general y urbana en particular.
Analizar a una ciudad y a su territorio circundante a través de la lectura del paisaje, implica capturar los valores objetivos como la morfología, la hidrología, la estructura urbana, no solo de manera cuantitativa, sino sobre todo sus cualidades culturales y sus implicancias espaciales.
Los espacios público colectivos, el parque urbano y su relación espacial con los limites de la ciudad, se convierten en lugares de la comprobación de sus cualidades físicas y significativas.
Los espacios públicos, que en sí mismo llevan la idea del paisaje, son valores colectivos de identidad, que sobreviven solamente si la población que los utiliza es consiente de su fundamental aporte.
Se deduce pues que el paisaje puede convertirse en la estructura de un proceso no solo físico, sino a la vez significativo, estético y re-cualificador de hábitat.
Pero las ciudades no son todas iguales y el método del paisaje no se aplica a todas las ciudades con la misma metodología.
Exploraremos las posibilidades especificas del paisaje patagónico como lo hemos estado desarrollando en los anteriores Encuentros, con los objetivos propios de patagoniaotra.
El paisaje tiene raíces históricas y culturales que lo convierten en uno de los campos mas estudiados y discutidos en el panorama internacional actual.
Su componente estético esta ligado de raíz a su naturaleza cultural, y lo convierte en un método de análisis versátil en el campo de la transformación antrópicas en general y urbana en particular.
Analizar a una ciudad y a su territorio circundante a través de la lectura del paisaje, implica capturar los valores objetivos como la morfología, la hidrología, la estructura urbana, no solo de manera cuantitativa, sino sobre todo sus cualidades culturales y sus implicancias espaciales.
Los espacios público colectivos, el parque urbano y su relación espacial con los limites de la ciudad, se convierten en lugares de la comprobación de sus cualidades físicas y significativas.
Los espacios públicos, que en sí mismo llevan la idea del paisaje, son valores colectivos de identidad, que sobreviven solamente si la población que los utiliza es consiente de su fundamental aporte.
Se deduce pues que el paisaje puede convertirse en la estructura de un proceso no solo físico, sino a la vez significativo, estético y re-cualificador de hábitat.
Pero las ciudades no son todas iguales y el método del paisaje no se aplica a todas las ciudades con la misma metodología.
Exploraremos las posibilidades especificas del paisaje patagónico como lo hemos estado desarrollando en los anteriores Encuentros, con los objetivos propios de patagoniaotra.
Un concepto general de paisaje cultural sustentable
El paisaje, como el desarrollo, se hace sostenible cuando se recrea en el tiempo para ser transmitido generación tras generación. Y resulta insostenible cuando se consume para su extinción, sin reconocer los valores que comporta su conservación.
El paisaje, cuyo esquema cultural es indispensable para la comprensión del medio ambiente por parte del individuo, es la expresión de los valores infinitos que en él se sintetizan, de los sistemas ecológicos y sociales con los que el desarrollo sostenible tiene un estrecho vínculo y que debe respetar.
Dicho de otra forma, cuando confrontamos el paisaje con el desarrollo sostenible, el paisaje es la expresión misma de los sistemas ecológicos y sociales, con los que el desarrollo sostenible tiene una estrecha relación en la medida que el cambio o la puesta en valor en la que se materializa ha de respetar los sistemas que el paisaje representa.
El paisaje desempeña un papel importante de interés general en los campos cultural, ecológico, medioambiental y social. Constituye un recurso favorable para la actividad económica y su protección, gestión y ordenación pueden contribuir a la creación de empleo;
El paisaje contribuye a la formación de las culturas locales y es un componente fundamental del patrimonio natural y cultural, que contribuye al bienestar de los seres humanos y a la consolidación de la identidad;
El paisaje es un elemento importante de la calidad de vida de las poblaciones en todas partes: en los medios urbanos y rurales, en las zonas degradadas y de gran calidad, en espacios de reconocida belleza excepcional y en los más cotidianos.
Desde esta perspectiva, el término paisaje cultural es una cualificación que define la forma y el uso social de una porción del espacio terrestre, que enriquece la acepción del término territorio que hace prevalecer los aspectos funcionales-productivos y político-jurisdiccionales, y la de ambiente, donde prevalecen los aspectos ecológicos. El paisaje cultural sustentable aparece entonces como el resultado de modificaciones del ambiente operadas en función del uso social de los recursos del territorio.
En función de su mayor o menor valor comunicativo y del mayor o menor interés formal, podríamos igualmente clasificar diferentes paisajes culturales. Así, salvando las lógicas excepciones, generalmente incluiríamos, entre los de mayor valor comunicativo y formal, los ambientes recreados, los vestigios o ruinas. Con alto valor comunicativo, de menor valor formal, estarían los festivales históricos y las escenificaciones. Y, finalmente, con menor valor comunicativo y formal, encontraríamos los museos y las exhibiciones convencionales.
Sin embargo, el reconocimiento de diversas tipologías de paisajes culturales podría establecerse igualmente atendiendo a la extensión y forma de los mismos, o al origen de los recursos.
Si prestamos atención al tipo de recursos, habríamos de distinguir en primer lugar los basados en los naturales de los culturales y, dentro de estos segundos, los efímeros de los construidos...
Atendiendo al tipo de paisaje que cada recurso ha creado, el panorama nos muestra que han sido proyectados parques agrícolas, industriales, mineros, arqueológicos, ecomuseos, carreteras o canales históricos, o han sido recreados escenarios bélicos y paisajes de canteras...
Para el desarrollo de este textos se ha tenido como referencia el trabajo.
Paisajes culturales. El patrimonio como recurso básico para un nuevo modelo de desarrollo1
Joaquín Sabaté Bel
El paisaje, cuyo esquema cultural es indispensable para la comprensión del medio ambiente por parte del individuo, es la expresión de los valores infinitos que en él se sintetizan, de los sistemas ecológicos y sociales con los que el desarrollo sostenible tiene un estrecho vínculo y que debe respetar.
Dicho de otra forma, cuando confrontamos el paisaje con el desarrollo sostenible, el paisaje es la expresión misma de los sistemas ecológicos y sociales, con los que el desarrollo sostenible tiene una estrecha relación en la medida que el cambio o la puesta en valor en la que se materializa ha de respetar los sistemas que el paisaje representa.
El paisaje desempeña un papel importante de interés general en los campos cultural, ecológico, medioambiental y social. Constituye un recurso favorable para la actividad económica y su protección, gestión y ordenación pueden contribuir a la creación de empleo;
El paisaje contribuye a la formación de las culturas locales y es un componente fundamental del patrimonio natural y cultural, que contribuye al bienestar de los seres humanos y a la consolidación de la identidad;
El paisaje es un elemento importante de la calidad de vida de las poblaciones en todas partes: en los medios urbanos y rurales, en las zonas degradadas y de gran calidad, en espacios de reconocida belleza excepcional y en los más cotidianos.
Desde esta perspectiva, el término paisaje cultural es una cualificación que define la forma y el uso social de una porción del espacio terrestre, que enriquece la acepción del término territorio que hace prevalecer los aspectos funcionales-productivos y político-jurisdiccionales, y la de ambiente, donde prevalecen los aspectos ecológicos. El paisaje cultural sustentable aparece entonces como el resultado de modificaciones del ambiente operadas en función del uso social de los recursos del territorio.
En función de su mayor o menor valor comunicativo y del mayor o menor interés formal, podríamos igualmente clasificar diferentes paisajes culturales. Así, salvando las lógicas excepciones, generalmente incluiríamos, entre los de mayor valor comunicativo y formal, los ambientes recreados, los vestigios o ruinas. Con alto valor comunicativo, de menor valor formal, estarían los festivales históricos y las escenificaciones. Y, finalmente, con menor valor comunicativo y formal, encontraríamos los museos y las exhibiciones convencionales.
Sin embargo, el reconocimiento de diversas tipologías de paisajes culturales podría establecerse igualmente atendiendo a la extensión y forma de los mismos, o al origen de los recursos.
Si prestamos atención al tipo de recursos, habríamos de distinguir en primer lugar los basados en los naturales de los culturales y, dentro de estos segundos, los efímeros de los construidos...
Atendiendo al tipo de paisaje que cada recurso ha creado, el panorama nos muestra que han sido proyectados parques agrícolas, industriales, mineros, arqueológicos, ecomuseos, carreteras o canales históricos, o han sido recreados escenarios bélicos y paisajes de canteras...
Para el desarrollo de este textos se ha tenido como referencia el trabajo.
Paisajes culturales. El patrimonio como recurso básico para un nuevo modelo de desarrollo1
Joaquín Sabaté Bel
Planificación de paisajes culturales sustentables
En el debate actual sobre la planificación territorial, destaca una nueva generación de planes de impulso regional basados en el reconocimiento de lo que algunos autores denominan “el armazón cultural del territorio”, entendiendo éste en su más amplia acepción, como patrimonio natural y construido, los que definen al paisaje cultural.
Los síntomas de aparente debilidad de tantos escenarios en crisis pueden ocultar las claves de su futura transformación. Las muestras de decadencia, los vestigios de un esplendor pasado (fábricas cerradas, puentes abandonados, ríos contaminados, silo, galpones, estaciones, lagunas, etc.), pueden ser vistos como una condena, o bien entenderse como fortalezas, como activos para construir un nuevo futuro, como recursos para ser revalorizados y estructurados en aras a conformar una base adecuada de desarrollo.
Frente a una nueva e imposible industrialización, a la opción de un turismo de masas, o a la abusiva implantación de parques temáticos, la apuesta por revalorizar los recursos patrimoniales propios puede suponer un modelo económicamente más viable, ambientalmente más sostenible y atento a la identidad de cada territorio y socialmente más justo.
La aparición de numerosos planes de parques patrimoniales de carácter cultural (industriales, agrarios, mineros, arqueológicos) o natural (fluviales) encierra, por otra parte, un potencial de renovación de los métodos e instrumentos de intervención.
Existen algunas premisas básicas a tener en cuenta que se repiten en la mayoría de los casos: identificar los recursos de mayor interés y ofrecer una interpretación estructurada y atractiva de los mismos; narrar una historia, capaz de atraer visitas e inversiones, de descubrir oportunidades de actividad y áreas de proyecto, de situar el territorio en condiciones de iniciar un nuevo impulso de desarrollo económico.
Por medio de todas estas iniciativas se trata de cohesionar los recursos culturales a partir de una idea fuerza territorial; de dotar de estructura, de verificarla desde ensayos propósitos; de construir una hipótesis de interpretación de un episodio relevante, y de adelantar criterios para la ordenación de un territorio, a fin de llevar a cabo una gestión coherente de aquellos recursos.
En esencia, se trata de atraer actividades; de fomentar particularmente un turismo cultural, respetuoso con los valores de aquel territorio, y por encima de todo, de reforzar la autoestima de sus residentes.
Para el desarrollo de este texto se ha tenido como referencia el trabajo.
Paisajes culturales. El patrimonio como recurso básico para un nuevo modelo de desarrollo.
Joaquín Sabaté Bel
Los síntomas de aparente debilidad de tantos escenarios en crisis pueden ocultar las claves de su futura transformación. Las muestras de decadencia, los vestigios de un esplendor pasado (fábricas cerradas, puentes abandonados, ríos contaminados, silo, galpones, estaciones, lagunas, etc.), pueden ser vistos como una condena, o bien entenderse como fortalezas, como activos para construir un nuevo futuro, como recursos para ser revalorizados y estructurados en aras a conformar una base adecuada de desarrollo.
Frente a una nueva e imposible industrialización, a la opción de un turismo de masas, o a la abusiva implantación de parques temáticos, la apuesta por revalorizar los recursos patrimoniales propios puede suponer un modelo económicamente más viable, ambientalmente más sostenible y atento a la identidad de cada territorio y socialmente más justo.
La aparición de numerosos planes de parques patrimoniales de carácter cultural (industriales, agrarios, mineros, arqueológicos) o natural (fluviales) encierra, por otra parte, un potencial de renovación de los métodos e instrumentos de intervención.
Existen algunas premisas básicas a tener en cuenta que se repiten en la mayoría de los casos: identificar los recursos de mayor interés y ofrecer una interpretación estructurada y atractiva de los mismos; narrar una historia, capaz de atraer visitas e inversiones, de descubrir oportunidades de actividad y áreas de proyecto, de situar el territorio en condiciones de iniciar un nuevo impulso de desarrollo económico.
Por medio de todas estas iniciativas se trata de cohesionar los recursos culturales a partir de una idea fuerza territorial; de dotar de estructura, de verificarla desde ensayos propósitos; de construir una hipótesis de interpretación de un episodio relevante, y de adelantar criterios para la ordenación de un territorio, a fin de llevar a cabo una gestión coherente de aquellos recursos.
En esencia, se trata de atraer actividades; de fomentar particularmente un turismo cultural, respetuoso con los valores de aquel territorio, y por encima de todo, de reforzar la autoestima de sus residentes.
Para el desarrollo de este texto se ha tenido como referencia el trabajo.
Paisajes culturales. El patrimonio como recurso básico para un nuevo modelo de desarrollo.
Joaquín Sabaté Bel
Acciones a considerar en el diseño paisajes culturales sustentables
• Evitar el futuro deterioro de los recursos.
Muchos territorios son afortunados en la medida en que sus recursos han conseguido escapar, de momento, a las presiones del desarrollo. Pero no conviene dormirse en los laureles y confiarse.
Tengamos en cuenta que, por ejemplo, los recursos vinculados al desarrollo industrial son de tamaño muy considerable, muy costosos de mantener y reutilizar, y de un relativo valor arquitectónico. Sin embargo, su mantenimiento resulta crucial como parte sustancial de nuestra historia, de nuestro patrimonio cultural.
Como primera medida, deberían ser protegidos, incluso vinculándolos a algún tipo de medida de preservación legal, con el objeto de detener su posible deterioro.
Pero todo esto en absoluto resulta suficiente, pues hay que ir mucho más allá; pensar qué hacer con estos edificios, cómo reutilizarlos de una forma imaginativa. Más, tampoco esto resulta suficiente: debemos recordar que hay que interpretarlos y ponerlos al servicio de una estructura más general, del guión de una historia.
• Para conseguir estos objetivos es imprescindible atraer la conciencia pública.
Normalmente, los recursos patrimoniales no están “instalados” en la conciencia colectiva; de ahí la escasa atención que despiertan y la vaga idea de los peligros que los amenazan; de ahí la necesidad imperiosa de divulgar sus valores, en un intento de atraer la atención hacia arriba (administraciones), pero también hacia abajo (residentes y usuarios).
Únicamente si se atrae dicha atención, aparecerán políticas, programas e inversiones destinadas a la preservación. Pero ¿cómo lograrlo...? Trabajando desde la base, desde esfuerzos locales: elaborando informes; recogiendo documentación antes de que se pierda la memoria; mediante campañas de educación, programas de divulgación y celebración de eventos singulares.
Administración, empresas y organizaciones sin ánimo de lucro pueden colaborar impulsando estudios; pero conviene pasar de una actitud de mera preservación a una propuesta de intervención, de valorización y reutilización, con el objeto de poner los recursos al servicio del impulso económico de una región.
En última instancia, la concienciación es consecuencia del conocimiento, de la educación para apreciar los valores de nuestra cultura.
• Proyectar y gestionar una imagen coherente y memorable
En la medida en que funcionamos a partir de percepciones, debemos dotar a nuestros paisajes culturales de una imagen clara y fácilmente recordable. Destacamos la importancia de un logotipo en una cultura que concede una importancia tan capital a la imagen.
Hemos podido verificar que las iniciativas más exitosas son las que han contado con una imagen más clara. En ellas, sus promotores consiguieron vincular, con buenos resultados, la imagen del ámbito con el impulso de su desarrollo económico. Empezaron simplemente mostrando, describiendo, estructurando e interpretando una serie de recursos, modificando la imagen que se tenía de aquel territorio.
Con ello, éste ganó en significación cultural y en capacidad de promoción económica. Aquellas áreas, antaño deterioradas, aquellos restos de un esplendor pasado, fueron promocionadas como escaparates de una historia que ahora se muestra con orgullo. Muchos de estos ejemplos ponen de manifiesto una vez más la importancia del reconocimiento oficial.
• Desarrollar una infraestructura de información territorial.
Normalmente, no existe sobre el territorio toda la infraestructura necesaria para rentabilizar los esfuerzos de estructuración e interpretación del patrimonio. Además, en el desarrollo de un parque patrimonial, habrá que asegurar servicios bien diversos: de transporte, alojamiento, gastronomía, comercio, ocio, etcétera.
Sin embargo, lo que resulta fundamental es impulsar una infraestructura de comunicación, de información, que dé soporte a la historia que se pretende transmitir: museos, centros de visitantes, boletines, revistas, paneles, páginas-web y todo tipo de elementos de información.
De hecho, volvemos al punto clave: la información añadida al lugar es la característica fundamental de los nuevos espacios narrativos, de los paisajes culturales. Para terminar, si tuviera que resumir de manera muy esquemática las conclusiones básicas de nuestros estudios, diría que:
• Los paisajes y el turismo cultural están adquiriendo una importancia creciente en un nuevo desarrollo económico regional de base local.
• En todas las experiencias, las iniciativas y actores de base juegan un cometido muy relevante. Cuantos más agentes locales implicados, mayores posibilidades de éxito de la iniciativa. Lo importante en el inicio de los proyectos es reforzar la autoestima de los residentes; los visitantes, museos e inversiones ya vendrán después. En cambio, sin base local, sin la iniciativa de los mejores conocedores de un ámbito, no hay garantías de triunfo.
• Interpretado y estructurado de manera global, el conjunto de los recursos patrimoniales supera con mucho la suma de las partes.
• Finalmente, la conclusión más importante: pese a que la mayor parte de los planes de ordenación del siglo XX hicieron hincapié en la dinámica poblacional y en el desarrollo industrial, hoy estamos asistiendo a la aparición de un nuevo paradigma. Seguramente, en el siglo XXI las propuestas de ordenación territorial de mayor interés estarán basadas en un nuevo binomio: naturaleza y cultura. Naturaleza y cultura como partes de un concepto único: el patrimonio.
Muchos territorios son afortunados en la medida en que sus recursos han conseguido escapar, de momento, a las presiones del desarrollo. Pero no conviene dormirse en los laureles y confiarse.
Tengamos en cuenta que, por ejemplo, los recursos vinculados al desarrollo industrial son de tamaño muy considerable, muy costosos de mantener y reutilizar, y de un relativo valor arquitectónico. Sin embargo, su mantenimiento resulta crucial como parte sustancial de nuestra historia, de nuestro patrimonio cultural.
Como primera medida, deberían ser protegidos, incluso vinculándolos a algún tipo de medida de preservación legal, con el objeto de detener su posible deterioro.
Pero todo esto en absoluto resulta suficiente, pues hay que ir mucho más allá; pensar qué hacer con estos edificios, cómo reutilizarlos de una forma imaginativa. Más, tampoco esto resulta suficiente: debemos recordar que hay que interpretarlos y ponerlos al servicio de una estructura más general, del guión de una historia.
• Para conseguir estos objetivos es imprescindible atraer la conciencia pública.
Normalmente, los recursos patrimoniales no están “instalados” en la conciencia colectiva; de ahí la escasa atención que despiertan y la vaga idea de los peligros que los amenazan; de ahí la necesidad imperiosa de divulgar sus valores, en un intento de atraer la atención hacia arriba (administraciones), pero también hacia abajo (residentes y usuarios).
Únicamente si se atrae dicha atención, aparecerán políticas, programas e inversiones destinadas a la preservación. Pero ¿cómo lograrlo...? Trabajando desde la base, desde esfuerzos locales: elaborando informes; recogiendo documentación antes de que se pierda la memoria; mediante campañas de educación, programas de divulgación y celebración de eventos singulares.
Administración, empresas y organizaciones sin ánimo de lucro pueden colaborar impulsando estudios; pero conviene pasar de una actitud de mera preservación a una propuesta de intervención, de valorización y reutilización, con el objeto de poner los recursos al servicio del impulso económico de una región.
En última instancia, la concienciación es consecuencia del conocimiento, de la educación para apreciar los valores de nuestra cultura.
• Proyectar y gestionar una imagen coherente y memorable
En la medida en que funcionamos a partir de percepciones, debemos dotar a nuestros paisajes culturales de una imagen clara y fácilmente recordable. Destacamos la importancia de un logotipo en una cultura que concede una importancia tan capital a la imagen.
Hemos podido verificar que las iniciativas más exitosas son las que han contado con una imagen más clara. En ellas, sus promotores consiguieron vincular, con buenos resultados, la imagen del ámbito con el impulso de su desarrollo económico. Empezaron simplemente mostrando, describiendo, estructurando e interpretando una serie de recursos, modificando la imagen que se tenía de aquel territorio.
Con ello, éste ganó en significación cultural y en capacidad de promoción económica. Aquellas áreas, antaño deterioradas, aquellos restos de un esplendor pasado, fueron promocionadas como escaparates de una historia que ahora se muestra con orgullo. Muchos de estos ejemplos ponen de manifiesto una vez más la importancia del reconocimiento oficial.
• Desarrollar una infraestructura de información territorial.
Normalmente, no existe sobre el territorio toda la infraestructura necesaria para rentabilizar los esfuerzos de estructuración e interpretación del patrimonio. Además, en el desarrollo de un parque patrimonial, habrá que asegurar servicios bien diversos: de transporte, alojamiento, gastronomía, comercio, ocio, etcétera.
Sin embargo, lo que resulta fundamental es impulsar una infraestructura de comunicación, de información, que dé soporte a la historia que se pretende transmitir: museos, centros de visitantes, boletines, revistas, paneles, páginas-web y todo tipo de elementos de información.
De hecho, volvemos al punto clave: la información añadida al lugar es la característica fundamental de los nuevos espacios narrativos, de los paisajes culturales. Para terminar, si tuviera que resumir de manera muy esquemática las conclusiones básicas de nuestros estudios, diría que:
• Los paisajes y el turismo cultural están adquiriendo una importancia creciente en un nuevo desarrollo económico regional de base local.
• En todas las experiencias, las iniciativas y actores de base juegan un cometido muy relevante. Cuantos más agentes locales implicados, mayores posibilidades de éxito de la iniciativa. Lo importante en el inicio de los proyectos es reforzar la autoestima de los residentes; los visitantes, museos e inversiones ya vendrán después. En cambio, sin base local, sin la iniciativa de los mejores conocedores de un ámbito, no hay garantías de triunfo.
• Interpretado y estructurado de manera global, el conjunto de los recursos patrimoniales supera con mucho la suma de las partes.
• Finalmente, la conclusión más importante: pese a que la mayor parte de los planes de ordenación del siglo XX hicieron hincapié en la dinámica poblacional y en el desarrollo industrial, hoy estamos asistiendo a la aparición de un nuevo paradigma. Seguramente, en el siglo XXI las propuestas de ordenación territorial de mayor interés estarán basadas en un nuevo binomio: naturaleza y cultura. Naturaleza y cultura como partes de un concepto único: el patrimonio.
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